La magia del primer beso


Bailar con él bajo la lluvia se había convertido en una de mis escenas favoritas. 


Recuerdo como si fuera ayer aquella tarde de verano que pasamos en el lago. Fue preciosa; nos bañamos, contamos anécdotas pasadas, reímos por horas... 

Calló la tarde y el cielo se pintó de colores para dar paso al atardecer. Nos quedamos mirando el orizonte y en silencio, disfrutando de aquel lienzo que dibujaba el cielo, con el sonido y el olor a naturaleza que acompañaban de fondo. Rempentiname comenzó a llover. Mi primer impulso fue buscar refugio, cuando él me cogió de la muñeca y dio un tironcito para sí, quedándonos muy unidos. 

Nuestras respiraciones empezaban a entrecortarse cuando sentimos que nuestra piel se tocaba, como una caricia, tan cerca. Nuestros corazones bombeaban arritmicamente y tan fuerte que hasta se podían oír con claridad. Nos mirábamos a los ojos, con la punta de nuestra nariz casi rozandose. Me moría por besarlo. Hubiera dado lo que fuese por parar las agujas del reloj, por hacer ese momento eterno. 

Mi cuerpo estaba inmóvil, incapaz de hacer ningún movimiento. Por fortuna, él tomó las riendas; llevó sus manos a mi rostro con una breve caricia, bajó sus manos despacio hasta mi cuello y choco sus labios con los míos. Suave, tierno, pero de una manera casi ansiosa. 

Nuestro primer beso. Fue perfecto en todos los sentidos. Él lo era. Era divertido, simpático, solía ver la vida con amor, un tanto impaciente, malhumorado por las mañanas, adoraba la rapidez, protector, sabio. Sus imperfecciones y sus manías lo hacían perfecto para mi porque, era el conjunto de cosas que lo formaban, que lo hacían ser él, y me encantaba. Me hacía inmensamente feliz.



Comentarios

Entradas populares de este blog

🕊

Por sorpresa tocó ser princesa

Te recuerdo