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     ¿Cómo ser capaz de acostumbrarme a la falta de un ser querido? Si lo único que cambia en ese tiempo es el dolor que va creciendo dentro de mi.     La luna es la exclusiva confidente de mis desvelos, caja bajo llave que guarda el secreto de mis lamentos, barca que navega bajo mi mar de lágrimas sin consuelo, corazón malherido que esconde su recuerdo.    Disfrazar mi afliccion con una sonrisa me ahoga. No sentir su mano, sentirme sola. ¿Cómo continuar? Si mi único salvavidas es una escalera al cielo. Romper el silencio sin gritos para decirle lo mucho que le quiero.     Su mano en mi mejilla, lograba parar el tiempo. Desde que se marchó jugó con el reloj, dejó congeladas sus agujas, las mías, porque los momentos seguían pasando, con todas sus horas, con todos sus meses, hasta casi alcanzar el año.     Y así acabé yo, por tiempo pasado, un latido menos sufría mi corazón. 

Sigues estando, aquí.

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    May 23, 1911    Mi querido y adorado Johan Iborte;    Ha transcurrido seis meses desde su marcha. A causa de su amarga ausencia sufro de insomnios cada noche, esas mismas noches que me ahogo en mi propio sollozo; mis ojos se convirtieron en el reflejo de un mar de lágrimas, causantes de su recuerdo.    Hace dos meses llegaron con su uniforme militar a la puerta de nuestro hogar. Perdí las fuerzas solo de contemplar aquella escena pero, amado mío, mi corazón me dice que aún sigue vivo, que aún debe permanecer mis esperanzas por volver a verle, por esperar su regreso.    Sé que nuestro futuro hijo le dará esas fuerzas que a veces le puedan faltar. Le dará las fuerzas ese amor de jóvenes, tan intenso pero efímero, que nos tocó vivir pero que le sigue esperando.    Lisa asegura que estamos esperando a un hermoso varón por la forma de mi tripa, por el motivo que ella afirma que conoce de dicho tema. De ser así, confío y ansío que se asemeje a usted; fuerte, valiente, bondadoso, auda

SUKHA

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   Nuestra vida carecía de sustento económico. Mi marido trabajaba gran parte del día para poder traer, apenas, un trozo de pan a nuestro hogar.    Era irónico, nací en una cuna de oro, toda clase de lujos me rodeaba. Podía disponer de lo que ansiara pero carecía de amor, carecía del cálido refugio de un hogar. Mis progenitores eran propietarios de un importante negocio familiar que, con los años, fue en aumento sus ganancias, disponían de títulos nobles y prácticamente no les costó mucho crecer en el dominio de sus quehaceres gremiales.   En aquel lugar, desde pequeña, pretendían hacer de mí un títere, era infeliz a causa de las acciones y las represalias que tomaban contra mí cuando salía del camino predeterminado.    Siempre tuve a mi querida abuela; ella me gratificaba con su amor incondicional, su eternal apoyo, en ocasiones era mi confidente y el refugio de todo mal.    Edgar ofreció sus servicios de jardinería en la mansión donde residía cuando recién cumplí los diecisiete años.

Virtuosa traición

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     Que gratificante es cuando crees que tienes una vida perfecta; un buen puesto en el trabajo de tus sueños, el hogar con el que siempre soñaste, amigas leales, un compañero de vida encantador… hasta que te instruyen de la peor forma posible que no todo es tan bonito como parecía ser.    Fui partícipe en numerosas ocasiones como, Amanda, le era infiel a su prometido. A fin de cuentas las señales las tenía delante de mí todo el tiempo, el problema era que yo, ni el resto de nuestro grupo de amigas supo verlo, a tiempo.    A Else, una amiga del grupo, le fascinaba celebrar su natalicio de la forma más macanuda; reservado en lugares lujosos, fuegos artificiales, copiosas personas, infinidad de regalos, lujosa vestimenta requerida… eventos de lo más exclusivos. Por ende, este año no iba a ser menos, heredó la mansión familiar ya que sus abuelos fallecieron y sus padres eran demasiado mayores para hacerse cargo de ella. Años atrás, y seguramente los años venideros, se festejaría en aque

Por sorpresa tocó ser princesa

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     Madeleine era una chica corriente procedente de un pueblo pequeño con pocos habitantes. Desde muy temprana edad trabajaba con su madre labrando la tierra para enajenar los alimentos que se producían de ella. Cuando disponía de un poco de tiempo le fascinaba leer todo tipo de libros y enriquecerse de cultura; en su casa sufrían escasez de numerosas pertenencias pero no escasez en el mundo de las letras. Su padre, cuando vivía, solía decir que era más sustancioso ser acaudalado en mente y alma que serlo por bienes materiales.    Un buen día, la joven agricultura, había acabado con su quehacer en la tierra y su madre la había mandando al pequeño establecimiento, situado junto al lugar donde residían, para enajenar lo que habían recolectado de la cosecha.    Se acercó un apuesto mancebo; cabellos oscuros como la noche, mirada que combinaba con su cabellera, tez casi bronceada, impetuoso y con facciones varoniles. - Buenas tardes señorita – dijo el joven con cordialidad y simpatía –

Deseo

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     Cuenta la leyenda que arrojando una moneda a la fuente vuelves a Roma, dos monedas para encontrar el amor y tres para casarte con el amor de tu vida. Yo arrojé tres monedas, para volver a Roma con mi amor, Angelo.    Viajar sola a veces tiene su parte de viveza y proeza en la que, para mí, es necesario vivir al menos una vez.    Era la primera vez que viajaba sin compañía, tenía claro cual sería mi destino: Roma. Quería adentrarme de lleno en sus ruinas, enriquecerme de su cultura, adorar su magia, enamorarme de sus atardeceres, admirar su belleza. El cuarto día en Roma empezó con un paseo por el coliseo, donde, entre la multitud de la gente, ahí estaba él, destacando especialmente. Unas horas más tarde, me encontraba en la Iglesia de San Pietro In Vincoli y, nuevamente, entre turistas, ahí estaba él. Nuestras miradas se cruzaron unos segundos antes de ser envueltos en la aglomeración. Al salir de la iglesia me encaminé a El Monte Palatino, es considerado como el origen de la an

Ritmo cardiaco

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     Alrededor del año 2013 podía asegurar que fue el mejor año de mi vida. Por aquel entonces tenía dieciséis años; era capitana de las animadoras de mi instituto, era una de las alumnas con mejores calificaciones de mi centro, formaba parte de un club de lectura maravilloso, trabajaba como voluntaria en un centro marino que había dos calles más debajo de donde vivía y estaba a esperas de ser aceptada en la universidad de mi sueños. Hasta que un trágico accidente se llevó toda mi vida de un plumazo.    Fue la tarde de un viernes sobre las ocho de la tarde, ya había oscurecido, era la última práctica de coche hasta presentarme al examen de conducir. Iba circulando tranquilamente, no me gustaban las velocidades, seguía las instrucciones del profesor al pie de la letra, escuchaba sus consejos en ese momento cuando, un automóvil sin luces, se atravesó a una alta velocidad llevándonos por delante, arrastramos unos metros, apenas tengo un leve recuerdo del suceso, sólo el sentir de un fuer