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Mostrando entradas de octubre, 2023

El baile de las mascaras

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  EL BAILE DE LAS MASCARAS    Madre se mostraba especialmente emocionada con el baile de máscaras que estaba organizando. Eran toda una novedad aquellos tipos de baile, se habían puesto muy de moda en otros Estados y ella quería ser la primera que organizara el primero en el nuestro. Causó un gran revuelto entre la sociedad, nos hacían llegar numerosos comentarios de las personas nobles, la mayoría favorables, entusiasmados con la noción del festejo que se iba a celebrar. Otros, en cambio, no lo aprobaban, manifestaban que el comienzo de los bailes debería abrirse como siempre se había hecho. - No se desanime, madre – traté de transmitirle consuelo – el baile será todo un éxito, estoy totalmente convencida de ello, a raíz de este vendrán muchos más, se lo aseguro. - Querida, siempre sabes que decir y cuando decirlo… – respondió ella con una dulce sonrisa.    Mi presentación en sociedad se haría en ese baile de las máscaras, sería toda una experiencia majestuosa, junto con madre yo tamb

Sin corazón a la fuerza

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     Me había convertido en una persona solitaria y fría. Ni si quiera hay cabida en mi mente de lo que solía ser. Esa dulce niña; inocente, alegre y enérgica, él la había matado.    Mi nombre era María, María Petit, aunque aborrecía ese apellido, por lo que determiné que lo más conveniente era llamarme por el apellido de mi madre, Fontaine. Soy María Fontaine, nacida en Colmar, un pueblo precioso y muy acogedor a sólo tres horas en tren a París, en 1820.    Los primeros años de mi vida solo vivía con mi madre, los cuales fueron los mejores años de mi vida, aunque tenga un leve recuerdo de ello. Pasaba largas tardes con ella en la cocina, preparando la comida para los días siguientes, ella trabajaba la mayor parte del día y cuando le tocaba descanso una vez a la semana la ayudaba a dejar todo dispuesto para el resto de la semana.    Mi creador nos abandonó antes de que yo naciera. Cuando mi madre le dio la noticia de que estaba en estado de gracia se marchó y nunca más supo de él, e

Te recuerdo

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    Mientras me queden estrellas por contar, te recordaré.    La frase que cada noche me reiteraba desde hacía siete meses. Hace siete meses que empezó toda esta pesadilla de la cual, aún no despierto. Hace siete meses que comenzó la guerra de Francia. Hace siete meses que a mi amado marido le llegó la carta de orden de alistamiento, debía ir a filas. Y, hace apenas seis meses que el doctor Dupont me comunicó la noticia de que estaba en cinta de aproximadamente dos meses.    El bebé iba creciendo en mi interior y a la vez mi desosiego.    Nos enviábamos cartas todo este tiempo; cuando le anuncié la noticia que estábamos esperando a un hijo, Gérard, mi marido, me respondió con una carta larga y apasionada. La idea de ser padre le estaba dando las fuerzas que tantas veces le faltaban en el frente. A menudo me lo hacía saber en sus cartas. Esperaba que naciera sano y fuerte, pero ansiaba un varón.    El día 7 de Noviembre, alrededor de las 6 de la mañana empezaron las contracciones. M

Hogar

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     París siempre fue mi opción. No sentía que fuera mi sitio donde nací, simplemente no encajaba. Buscaba aspiraciones fuera, buscaba donde sentirme en casa.    París, la ciudad del amor, el arte, la excelente gastronomía, su gente… todo en aquel lugar era de cuento. Entre mis opciones siempre había estado presente dicha ciudad, que cualquier persona podía enamorarse de su paisaje, su gente, como te hacía sentir. Lo intenté, estuve en Suiza; fue una experiencia inolvidable y realmente hermosa, pero mi corazón no quería estacionarse allí. Italia; aprendí mucho e hizo que mis aspiraciones por el arte crecieran, pero mi alma no se sentía plena, ese lugar era sublime pero, para mi, temporal. México; me divertí y conocí rinconcitos que consiguió que parte de mi corazón se quedara allí. No era la vida que quería llevar.    Así un sinfín de ciudades que tenían su encanto, pero seguía sintiéndome fuera de lugar. En todas ellas mi cabeza estaba en París, no comprendía el motivo porque mi men

La huida de la princesa ll

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     La princesa de Yasikov sentía que en su querido Londres podía ser simplemente Beatrice, y eso le fascinaba.    Pasó unas semanas maravillosas en aquellas calles nevadas y vestidas con temática navideña, cuando recibió una inesperada carta del Señor de Kiev, el viejo amigo que la ayudó a escapar de Ucrania, el que la ayudó a escapar de su padre; Ucrania, 1918 Querida princesa, me he visto envuelto de nuevo en la obligación de escribirle. Su padre llegó a Ucrania hace apenas unos días, su partida le ha afectado al provecto de su padre, ha enfermado asaz. El doctor Real asegura que no estima con tiempo de vida para él. He oído que ha conversado largo y tendido con su mano derecha. Mis fuentes garantizan que usted estuvo presente en dicha conversación. Su padre ansia unos minutos con usted antes de partir de este mundo. Ya que nadie en palacio conoce su paradero lucen voraces ante la situación. Espero que pueda leer mis líneas a tiempo, mi princesa. Fdo. Señor de Kiev    Su coraz

Cuando menos lo imaginas

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  Aquel libro marcó un antes y un después en mi vida.    ‘El amor, ¿qué tendrá el amor? Te hace perder la cordura de una forma ilógica, transforma la vida en un camino de rosas, sientes que vuelas.    El sentimiento de paz, la constante sensación de vivir en una nube.    Ante pones su felicidad y bienestar por encima de todas las circunstancias. Tiene la capacidad de transformar un día gris en uno lleno de color, con tan sólo una sonrisa, con tan solo esa presencia.    Porque en sus brazos sientes que tu corazón va al ritmo perfecto. Porque, cuando te das cuenta que quieres pasar el resto de tu vida con esa persona, deseas que el resto de tu vida empiece lo antes posible.’    Aquellas líneas estaban grabadas en mi corazón con fuego. ¿Realmente así sabía el amor? Ansiaba vivir algo tan hermoso, algún día llegar a sentir esas emociones.    Releí ese precioso libro tantas veces que perdí la cuenta y, cada vez que lo leía sentía que más me encantaba, sobretodo aquellos párrafos. Se que

El diario de una condesa

    ‘ Hoy tuve un breve acercamiento con Benjamín; me dirigía al jardín a dar un paseo y ahí estaba él, a lo lejos, atendiendo unos asuntos de jardinería con algunas personas del servicio.    El corazón empezó a golpearme el pecho de una forma insólita y vigorosa. Quedé inmóvil y, tras unos segundos de embelesamiento decidí acercarme vacilante. Conforme me acercaba mis pies se movían de manera casi automática, temblaba. Empezaba a replantearme si era buena idea aquello. Aún así mi cuerpo se adentraba en la zona donde él se encontraba, como si nos unieran de una forma magnética.    Cuando llegué a su altura se notaba tenso ante mi presencia. Yo intenté no perder la compostura y me mantuve serena, le dedique una tímida y sincera sonrisa. Él me la devolvió, pude notar como su sonrisa iluminaba todo el jardín. Pudimos mantener una corta conversación cuando se excusó con seguir con el trabajo. El tiempo a su lado me pareció efímero, pero vehemente.’

Lady Birdwhistle | parte uno

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Lady Birdwhistle era ambiciosa y soñadora por naturaleza. Desde muy temprana edad le fascinaba pasarse sus tardes en la gran librería de la mansión donde vivía y, hacía unos años que había descubierto el arte de la escritura. Poco a poco empezó a escribir a espaldas de sus progenitores, ya que era una profesión de hombres, que una mujer escribiera estaría mal visto para la sociedad. En un tiempo efímero se percató que tenía un don y que le fascinaba ese mundo. Hace a penas unos meses empezó a escribir su propio boletín de noticias de última hora de su ciudad gracias a un viejo amigo; Lord Wilder. Él confiaba plenamente en ella y consideraba que las mujeres, al igual que los hombres, debían ser libres y hacer lo que así les naciera. Lord Wilder trabajaba en un editorial muy prestigiosa en Inglaterra y, podía asegurar, que presenció a varios varones que no tenían talento alguno en el mundo de la escritura. Por lo que, aparte de sus pensamientos liberales, quería ayudar a su amiga siendo

La magia del primer beso

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Bailar con él bajo la lluvia se había convertido en una de mis escenas favoritas.  Recuerdo como si fuera ayer aquella tarde de verano que pasamos en el lago. Fue preciosa; nos bañamos, contamos anécdotas pasadas, reímos por horas...  Calló la tarde y el cielo se pintó de colores para dar paso al atardecer. Nos quedamos mirando el orizonte y en silencio, disfrutando de aquel lienzo que dibujaba el cielo, con el sonido y el olor a naturaleza que acompañaban de fondo. Rempentiname comenzó a llover. Mi primer impulso fue buscar refugio, cuando él me cogió de la muñeca y dio un tironcito para sí, quedándonos muy unidos.  Nuestras respiraciones empezaban a entrecortarse cuando sentimos que nuestra piel se tocaba, como una caricia, tan cerca. Nuestros corazones bombeaban arritmicamente y tan fuerte que hasta se podían oír con claridad. Nos mirábamos a los ojos, con la punta de nuestra nariz casi rozandose. Me moría por besarlo. Hubiera dado lo que fuese por parar las agujas del reloj, por ha

La huida de la princesa

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En Ucrania, alrededor del año 1900 habitaba una hermosa joven; Beatríce de Yasikov, en un peculiar castillo situado en un acantilado junto al mar. La joven princesa De Yasikov había crecido con el compromiso, el deber y los quehaceres de una princesa, para que en un futuro pudiera convertirse en la esperada reina que su padre tanto ansiaba. Beatríce quedó huérfana de madre a muy temprana edad. Su madre cayó enferma en un gélido invierno, una insólita gripe que se agravó arrebatándole la vida a principios de año. Por aquel entonces, Beatríce sólo era una niña que, dada su inocencia, no pudo sumarse al dolor tan inmensurable y desconsolado de su padre. Hacía mucho, desde el fallecimiento de su esposa, que su padre; el rey Oleg Yasikov, se volvió frío y lúgubre. Retribuía las fatales consecuencias con su única hija, sometiéndola a mucha más presión de la que ya sostenían sus hombros. Pasaron casi doce años desde que Beatríce sufría esa carga que le había impuesto su padre sin formular pa

La fuerza del amor

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Mi corazón latía tan vigoroso por él que, en cada latido, podía apreciarse como mi corazón gritaba su nombre con total claridad. Era uno de los caballeros de la corte real, pero desconocía el duro misterio que ocultaba mi familia del que él, de una forma u otra, era partícipe. Hubo un tiempo, hace ya mucho, que ambas familias eran muy cercanas; formaban parte de distintas reuniones que se solían celebrar, encuentros en la mansión de mi familia, etc. En numerosas ocasiones pude oír a madre hablando del medallón robado; era una reliquia familiar el cual todas las mujeres debíamos de llevar el día de nuestra fiesta de compromiso y en la boda. Desconocía los detalles de la historia, no solía meterme en aquellos asuntos. En cambio, priorizaba mis tardes entre libros y la mayoría del tiempo la pasaba sumergida en mis pensamientos. Aquella tarde de primavera, en el inmenso jardín del museo de la ciudad, ese caballero se opuso en mi camino e inevitablemente nuestras miradas se encontraron